Beata Josefina Nicoli
Virgen
Memoria litúrgica: 3 de febrero
Oración
Oh Dios, que diste a la beata Josefina, virgen, un espiritu evangélico y un ánimo alegre, para la educación de los niños, concedenos, por su intercesión, que siguiendo las mismas virtudes, te anunciemos en el mundo, verdadero Padre de los pobres. Por Nuestro Señor Jesucristo.
Liturgia de las horas
Josefina Nicoli nació en Casatisma (Diócesis de Tortona), en Italia, el 18 de noviembre de 1863. En 1883 entró en la Compañía de las Hija de la Caridad de San Vicente de Paúl. Durante casi toda su vida, realizó el servicio de la educación de los niños en Cerdeña, primero en Cágliari y después en Sássari. Emprendió muchas iniciativas para el desarrollo cristiano de los jóvenes, y se comprometió en actividades a favor de los pobres. Fue ejemplar por su ánimo alegre, por la prudencia y la justicia. Pasó al esposo celeste, el 31 de diciembre 1924, en Cágliari.
Oficio de lecturas
Del Común de Vírgenes
Segunda lectura
De los escritos de la Beata Josefina Nicoli
La caridad, continuación de la Encarnación
Jesús quiere que su Encarnación llegue a la humanidad entera, a cada uno de nosotros. Y nos da la Eucaristía. Así permanece no sólo en medio de nosotros, sino que se da a cada uno de nosotros, une su carne a la nuestra, su corazón al nuestro, su alma a la nuestra, formando nosotros con él, una sola cosa en la santa comunión. Nos diviniza, así nos ha amado Dios. He ahí cómo Dios nos ama, cómo quiere que nos amemos. Puesto que él nos ha amado sin medida, no pongamos límites a nuestra caridad para con los hermanos. ¡Dios lo quiere! “Amaos como yo os he amado”. “Padre, haz que sean una sola cosa como yo lo soy contigo”. Así ha hecho infinitos los límites de la caridad, para hacernos a entender que nunca tendremos bastante caridad. Toda profesión tiene un nombre que indica la ocupación de quien la ejercita. Nuestra profesión es ser Hijas de la Caridad. Estas palabras significan mucho y nosotras no podemos entenderlas del todo. Las Hermanas de muchos institutos que se dedican a obras buenas se llaman Hermanas de la Caridad, pero nosotras somos Hijas de la Caridad, lo que significa que venimos del corazón de Dios. Tenemos que demostrarlo con las obras. Tenemos que ser los ángeles de la guarda de los pobres y por lo tanto, cada vez que vienen a nosotras, debemos acogerles con bondad, sin ahorrar nada para socorrerlos. Ya no nos pertenecemos a nosotras mismas, pertenecemos a los pobres; todo nuestro tiempo tiene que estarles consagrado. Cuando estamos en tal disposición, nos ganamos la confianza de los infelices; de hecho, llegan a nosotras personas que parecen ricas, pero que en realidad son pobres que carecen de todo. No se atreven a descubrir su propia miseria sino es a la Hija de la Caridad: a ella se le puede confiar todo, en la seguridad de que comprende todo lo que es pena y pobreza y de que tratará de poner remedio a todos sus males.
Responsorio: 1 Jn 4,19.21; Rm 5,5
R./ Amemos a Dios, porque él nos amó primero. Hemos recibido este mandamiento:
* Quiem ama a Dios ame también a su hermano.
V./ El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado. * Quiem ama a Dios.